Toda ella de fierro con una rejita de varillas delgadas, con un suave colchón, una almohada cómoda y con cajoncitos llenos de roponcitos, así era mi cunita celeste, el lugar donde descansaba los primeros días de mi vida. Yo nací niña, pero hace poco me entere del porqué del color celeste de mi cuna.
Dicen mis padres que la herede de mi primo Paco, hermano de Miguel y Manuel (los primeros herederos). Me la regalaron cuando nací y descanse plácidamente en ella más de 3 años de mi vida, porque resulta que luego fue de mi hermana, María De Los Ángeles, ella crecía tan rápido que la usó menos tiempo que yo y finalmente le perteneció a Patricia, a ella le encantaba tomar el biberón allí. Como es obvio somos tres mujeres, y mi papá el chancletero perfecto, según nos cuenta, él siempre quería que sus hijas fueran niñas (Igual serían hinchas de Universitario y lo acompañarían al estadio) una opinión diferente a la de mamá que pedía por lo menos un niño. Jamás pintaron la cuna… De rosado habría quedado linda también… la razón: Mamá soñaba con su varoncito, ese niño que todas las mamis desean.
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